miércoles, 3 de marzo de 2010

Terremoto emocional


La salida del diván me tiene preocupado. No dejo de pensar que el amor no existe. Que solo pertenece a mis sueños, a mis imágenes llenas de una vida que no tengo y que no sé si alguna vez la tendré. Esas playas cada vez están más desoladas y la presencia de un abrazo se aleja con cada mujer que se mete en mis sábanas. Besos cada vez más fríos y sensaciones que solo me recuerdan lo aburrido que estoy, le dan la razón a todos esos que se encargaron de librar una batalla contra ese sentimiento tan noble y puro. ¿Estarán ganando? Aún así prefiero seguir de este lado de la línea.

El viaje a casa no me trae nada nuevo, el Mc Donald solo agrupa personas descorazonadas donde disfrutan de una no comida en su casa y en familia. ¡Mierda! Que duele estar sólo. Pero aún así me niego al miserable desafío de lo poco. ¡O todo o nada! Cueste lo que cueste.

Llego a casa, abro las ventanas y dejo las llaves sobre la heladera. Enciendo un sahumerio de vainilla (de todas formas, ¿quién me va decir que huelen feo?), prendo la tele para simular el ruido de una casa habitada y ya tirado en el sillón, enciendo la notebook para mirar los correos que ya nadie ve. Como dijo José Saramago en su Ensayo sobre la Ceguera: “(…) se levantaron trabajosamente, vacilando, con vértigo, agarrándose unos a otros, luego se pusieron en fila, primero los ojos que ven, luego los que teniendo ojos, no ven”.

Los correos siguen siendo basura, nada interesante y lo poco que suelen escribir mis contactos son frases del tipo “no se si es cierto pero por las dudas lo mando” haciendo referencia a que Hotmail cerrará y cuanta estupidez se le cruza a un ser inhumano por la cabeza. ¡Qué vuelva el correo caracol! Al menos teníamos el sabor de no solo oler el perfume de las cartas, sino también su postal, su sobre comprado especialmente o bien robado de la oficina donde se trabaja, una hoja aunque más no sea arrancada y por sobre todo, el empeño en escribir de puño y letra lo que quieren contarnos.

Ahora todo es “copio y pego”, hasta el más octogenario de los humanos se acostumbró a los SPAM y a reenviarlos. Parece que el romanticismo solo queda en alguna que otra rosa que ofrece algún que otro suicida enamorado.

El mundo explota.

Y parece que nadie se da cuenta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Eli amigo mio... como te extraño, siempre te digo lo mismo ... ya te va a encontrar y cuando te agarre no te va a soltar mas...te debo miles de mails que quise escribirte... pero voto por que vuelvan las cartas en papel perfumadito!!!
Yo sigo estando, lo que necesites me llamas
te quiero mucho
Yo V

Anónimo dijo...

Me arrancaste un suspiro.....que vuelva la carta de puño y letra, dónde se ve como somos no solo por lo que se escribe, sino también por cómo se escribe, saludos.

Clara Castillo dijo...

Ey! Yo sí me doy cuenta. Soy escritora y no escribo mis libros mediante el Copy - Paste. :)
Espero que pronto encuentres ese amor del que descreés, pero primero convencete de que existe, y segundo, salí a buscarlo! O esperás que te toque la puerta?
Seguramente huelen bien tus sahumerios de vainilla, aunque no me gustan demasiado los sahumerios... pero sí la vainilla!
Besos, mejorate. ;)