Vamos a llegar al año de mi último posteo y no encuentro la
forma de avanzar; de contar mis eternas
anécdotas que siguen firmes al costado de mi cama.
Quizá, siendo sincero hasta las entrañas, revierta ese
conjuro que quitó a la musa de mi lado para que pueda seguir alimentando este
blog que tanto hemos compartido juntos.
Lo cierto, es que posteo estas líneas y así ver, si la
suerte de un trébol de 4 hojas, me devuelve la musa o al menos, la voluntad de
garabatear lo suficiente para que cuando llegue la inspiración, me encuentre
escribiendo…
Aun así, con mis días de euforia y los no tanto, les digo
que acá sigo,
¡Para siempre de los siempres!