lunes, 30 de abril de 2012

Cuestión de Marketing


Dicen que no hay mal que por bien no venga. Y yo soy uno de esos tantos que disfruta de este beneficio. Será la ley de atracción, suerte, destino… lo que sea, siempre el mal que aparece en mi vida, ya sea deseado por algunos o porque uno se lo busca, lo cierto es que lo malo se vuelve siempre positivo en mi vida.
Así fue que los otros días, un viejo TV Philips que le compré a mi amigo -una navidad que me encontró con 500 pesos de un trabajo literario del cual no pensaba cobrar nunca-, dejó de funcionar. La perversa publicidad marquetinera para adquirir un LED, fue la decisión final para endeudarme en interminables cuotas, en lugar de reparar mi nostálgico TV de 21” ante una dudosa falla que no me molesté en averiguar, ya que era la excusa perfecta para dar ese paso menemista y “que se venga el mundo abajo!”.
Lo cierto, es que tenía que probar todo lo ya visto (Pelis, series, música, etc.), ya que era como volver a ver  clásicos como “Matrix” en el cine, pero en casa, abollado contra un sillón que estaba quejoso de verme inmóvil ante la caja boba (solo que ahora más grande y más linda).
Pero no me fue suficiente con lo que había en mi videoteca y salí en busca de un Video Club que tuviera películas originales, ya que la mayoría eran hijos de megaupload –ahora huérfanos-, y la calidad no entraba en tema de discusión.
Ya tarde, pero nunca lo suficiente como para obtener mi capricho, encuentro un video con películas 100% originales. Increíble! Gracias AVH! Me sentía como un niño en Neverland (pero sin Michael Jackson), así es que miraba todas las cajas, los contenidos que tenían y si venían en dvd dobles.
Con seis películas en mano y un fin de semana largo por explorar, me acerco a la caja y me encuentro con una mujer más elegante que linda, manos finas y una ropa de invierno que daban ganas de tenerla en mi sillón, abrazados y calentitos, mirando una peli aburrida, para llenarla de besos.
-          Parece que no solo encontré un buen cliente, sino que además goza de buen gusto – me dice mirando las cajas pero con sus ojos puestos en los míos.
Me sonrojé –y no porque fuera vergonzoso-, ya que me preguntaba a mi mismo, que cara de pajero tendría mientras la observaba, que me salió con ese piropo comercial.
-          Gracias por el cumplido, pero cualquiera que venga solo y se lleve un sinfín de películas, habla más bien, de un tipo aburrido que no tiene más que hacer un fin de semana.
-          A veces, es mejor estar solo que mal acompañado… suerte la tuya. Disfrutá, vos que podes.
-          Que lastima, por un momento me había ilusionado con la posibilidad de invitarte al cine.
-          Y que te detuvo?
-          Supongo que tu mala suerte – haciendo las comillas con mis dedos.
Ella sonríe, me devuelve la plata y me quita las películas. Agarra la cartera y empieza a apagar las luces del local.
Yo sigo quieto, o más bien tieso en el mostrador, tratando de entender lo que se avecinaba, ya que mi arriesgada invitación, ante una persona que no conocía, podía tener un final no feliz, pero como siempre, me cuesta entender de consecuencias y por un momento, llegué a pensar que iba a terminar con hielo en mi cara y mirando tv por cable.
-          Dale, apurate que creo que aún tenemos tiempo de llegar para la función de la trasnoche.
Al igual que hice con mi vieja TV, ella tampoco dejó pasar la posibilidad de adquirir una cita, aun sabiendo el alto costo por la misma.
Parece que ella tampoco, entiende de consecuencias.
Bingo!