domingo, 11 de julio de 2010

España Campeón!

Un domingo donde veo por uno de mis tres canales de aire, a un España alzando una copa del mundo, donde mi limpieza de la mañana, se esfumó con el primer soplido de un zonda; y una cama a la cual le sobran ganas de una cucharada de amor lograron que vuelva a la computadora para terminar mis trabajos de la semana.

Claro, que cualquier excusa es buena para interrumpir mi concentración: preparar café, elegir música, cambiar la luz del día por una de un velador, elegir un teclado para escribir… ¿sigo?

Estaba en condiciones para empezar el conteo y dejarme llevar por una tinta digital que acabara con esa pesadez de la hoja en blanco. Pero recordé, casi a propósito que uno de mis sentidos estaba esperando por su parte. Fui a la habitación donde atesoro unos sahumerios de vainilla y cometí el error de encender uno.

Ni siquiera pude imaginar un título, cuando el aroma de ese amor invadió mi sangre.

La cinta en mi cabeza avanzaba y rebobinaba. No sabía donde hacer pausa: en que beso, en que abrazo o en que calle de las tantas que nos vieron pecar por falta de tantas otras cosas. Pero daba igual. Todos esos momentos siguen ahí, tan húmedos como mis labios ahora y mis ganas de volver a darlo todo por uno de sus besos y sus incalculables muestras de amor que eran aniquiladas por uno de mis “peros”.

El sabor de una vainilla hecha humo me dice que debo volver a lo mío, que por lo visto no es el amor.

¡Felicitaciones, España! Cuánto deseamos estar en su lugar.

¡Felicitaciones, Gallega! Cuánto deseo estar besando la copa de tus labios. Hacer mi sueño realidad y rebobinar la cinta hasta donde aparece tu primer “te amo”.

Pero el presente no es más que un montón de humo recordándome que mi hoja sigue en blanco.

…¡Joder!