viernes, 15 de mayo de 2009

Contractura Cervical


Mi trabajo, el cual no es solo escribir, depende de estar muchas horas sentado en la notebook, con la difícil pero gratificante tarea de mentir, digo de vender. ¡Ja! Es solo un chiste, por favor no me lo vayan a creer 
En estos días, donde el dólar sube si parar, la presión en la empresa como en todo el sector de tecnología, está con una psicosis que no veía desde el 2001.
Por suerte Internet hay en todos lados y para no intoxicarme con todo el malestar y poder seguir visitando cuentas de real importancia, donde estos problemas no les llegan, me instalo en alguna estación de servicio al paso.
Los días en Mendoza vienen de mal en peor, hablando estrictamente del calor. Por suerte, en mi estación de servicio preferida tienen aire, plasma y un muy buen café. El sillón donde habitualmente me siento en principio resulta cómodo, pero al paso de unas horas, los dolores en mi espalda se vuelven imposibles de aguantar. A esto se le suma mi cuello y como resultado final, nace un terrible dolor de cabeza.
Al cabo de dos semanas, y con la caída de la bolsa y las benditas afjp, el dólar escaló más alto aún y mi jaqueca se instaló como los Kirchner en el poder.
Cómo sería el dolor, que me fui hasta una clínica muy importante de Mendoza, para hacerme ver (deberían anotar este día como una efemérides).
Créanme que imploré que el médico de turno, sea justamente “médico” con “o” de hombre. Pero bueno, sabrán que estoy engualichado con este tema y ahí estaba. Sentado en una camilla, muy relajado esperando que la doctora terminara de anotar mis datos personales.
La verdad que la miré con ojos de paciente ingles. Esta vez no iba a caer en la trampa de la inocente mujer sonrojosa. Ahora todas me parecían zarpadas. Lo bueno que al menos, en la clínica había una fragancia a vainilla (demasiado para mi gusto).
- Decime que te anda pasando…
Esto del marketing en la medicina no es muy bueno para detectar cuando te aprecian porque sos lindo o simplemente porque sos un cliente. ¡Maldito Patch Adams!
- Dolor de cabeza, mucha computadora, mucha presión en el trabajo… y tengo presión emotiva.
- A ver ¿cómo es eso?- Mientras me arremanga la camisa y pueda ponerme el aparato de la presión.
- En realidad tomaba una bocha de pastillas. Y ninguna me bajaba la presión
La doctora me interrumpe:
- Pero si tuviste todos los efectos secundarios
- Exacto, en especial el tema de la lívido – Le digo haciéndome el tímido.
Ella sonríe y se saca el estetoscopio.
- La presión está un poco alta pero es por el mismo dolor de cabeza.
Respiro profundo ya que era mi mayor miedo. No la presión, sino que me restrinjan la sal.
- A ver, sacate la camisa y acostate.
- Boca arriba, ¿cierto? – Le digo como haciéndome el que la tengo clara.
- No, boca abajo por favor.
¡A la mierda! Empezamos mal. Ya con algo de miedo me coloco de espaldas y espero el estacazo.
- ¿Duele acá? – haciendo presión con sus manos frías en mi omoplato derecho.
El dolor me llegó hasta la frente. Me dieron ganas de insultarla, pero sus manos estaban demasiado suaves como para pedirle que la saque.
- Un poco. Le digo con lágrimas en los ojo.
La Doctorcita siguió otro poco hasta llegar a mi nuca. La cosa se estaba poniendo caliente. Luego empezó con la otra y con la yema de sus dedos hacía círculos en determinadas partes de mi espalda confirmando que de virgen poco o nada, pero de escorpiano, demasiado.
- Estas marcas me dicen que abandonaste las pastillas hace un tiempito.
Aunque no lo crean, me puse colorado. Nunca quise enseñarlas a nadie (me dan vergüenza).
Moví la cabeza confirmando su teoría.
De repente se detuvo con sus caricias, digo masajes, y acomoda sus cuerdas vocales, como lo hace una persona que no traga saliva por un largo tiempo.
- Vas a tener que tomar unas pastillas y baños relajantes de agua tibia.
Me levanto como puedo y me abrocho la camisa.
- ¿Qué padezco doctora? – comento haciéndome el simpático pero con respeto para que no se sienta que la agarré en off side.
- Le diría que un osito, pero mirándolo bien, me hace acordar más al mamut de la era del hielo.
- ¡No estoy gordo!, soy panchoncito y peludito.- ¡Tomá que me iba a retirar después de semejante histeriqueo!
Ella larga una carcajada y se afloja del todo, dejando el recetario de lado.
- También tenés hijos parece.
- Dos hermosas criaturas – Le digo orgulloso.
Ella me mira hacendo una expresión que sonó a: “¡que voy a hacer con vos!” y vuelve con su birome.
- Padece una contractura cervical, padre de familia.
- Le falto la palabra divorciado, doctora.
Deja de escribir por un instante, lo piense y vuelve a escribir.
- Bhokium B12, un comprimido cada 12 horas.
- ¿Eso es todo?
- Si, pero si el dolor vuelve, le dejo mi celular más abajo.
- O puedo venir a la guardia – la interrumpo con una hermosa sonrisa que olía a ganador.
- Le recomiendo el celular… es más efectivo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero siempre andas rompiendo corazones en cualquier lugar vos? jaja que suerte, si es verdad lo felicito, jaja saludos!

Xaj dijo...

La pasàs bien. Saludos che.

Anónimo dijo...

Muy buena historia, me imagino que le llamaste. ¿Como sigue la historia? ¿Hay una cita? TE leo y quiero mas, que venga la segunda parte por favor.
Marce.