martes, 21 de abril de 2009

El día que fui rico



Atrás quedaron las cacerolas, las entrevistas de trabajo, los acosos sexuales y mi miedo a estudiar.
Ahora me encontraba en posición de jefe, tenía mis propios negocios y empezaban a aflorar mis sueños que alguna vez, de chico, me acompañaron en cada tarde de merienda junto a Walter Lance, cuando nos enseñaba a dibujar al Pájaro Loco.
Un día me levanté y decidí hacer realidad la idea de hacer dibujos animados. Así fue que un 8 de diciembre, feriado, me puse en contacto con algunas productoras de TV y ose decir que tenía algunos guiones para dibujos animados, que obviamente, aun no escribía.
Para mi sorpresa, a los pocos días, recibí una invitación, de la productora que en aquel entonces venía haciendo furor en el país. Y pocos meses después, intercambiaba mi trabajo entre una ciudad que me dio una hija soñada, un casamiento, un divorcio prematuro y la querida Buenos Aires.
Mis ideas se materializaban en una oficina de pleno microcentro -Corrientes y Florida-, trabajando junto a otro loco como yo, juntando gente que anime, dibuje, ilustre, y personalidades de la farándula para poner las voces.
Mi otra mitad de la semana, estaba destinada a mi dulce pueblito, que aunque no nací allí adopté como propio, donde entre otras cosas, daba clases de informática y ciencias de la comunicación.
El tema es que de miércoles a domingos, estaba en Capital, solo y sin tener a quién llevar a su casa, un sábado por la noche.
Como los boliches no son mi fuerte, decidí llamar a una amiga, que la vida nos vio crecer juntos. Nuestros padres eran amigos inseparables, y por ende ella era algo así como una hermana.
Así fue como sin querer o queriendo, hizo todo lo posible para que su mejor amiga se convirtiera en mi novia. Y así fue. Dos meses después estábamos en un sillón, abrazados, sellando el momento con un tema del Gordo Caseros (shimaUta).
Mi amiga-hermana, estaba chocha. Éramos la pareja ideal. Teníamos los mismos gustos, los mismos desengaños y la misma mejor amiga!
Todo era perfecto, sólo faltaba el enano de la Isla de la fantasía. Pero había un detalle. Mi nueva profesión requería vincularse con personajes del under ilustrativo, lo cual implicaba tenía que subir o bajar, como quieran interpretarlo, hasta el nivel de locura de ellos y eso me convertía en uno de ellos.
Eso incluía charlas con el Gordo Caseros, que en ese tiempo tenía un barco y ¡le estaba adaptando un volante de carrera en lugar de un timón a su velero de 22 pies!. Era el país del nunca jamás, todos hacían lo que realmente querían.
Así estaban las cosas. Todo venía viento en popa. Los dibujos comenzaban a sonar. Eran todo un éxito. Otro de mis sueños empezaba a ser redituable y lo que era un hobbie, se transformó en una pasión que dejaba buenos dividendos.
Con mi socio y amigo, se nos subió el humo a la cabeza. Notas en todos los canales de televisión, merchandasing de nuestras creaciones y se empezaban a escuchar ofertas televisivas con conductores de renombre.
Pero de un día para el otro, el que parecía tener TDAH no era yo, sino el presidente de la República, que luego de dar una serie de contraordenes, decidió tomarse el palo en su helicóptero presidencial, para dar lugar a una infinidad de presidentes posteriores que lo único que lograron fue que el dólar se fuera por las nubes y por ende nuestro proyecto se esfumara junto con el peso argentino.
Estábamos en la calle. Las productoras empezaron a desaparecer y los canales de televisión se quedaron sin programación. Nadie invertía y los espacios se rifaban al mejor postor. Pero de dinero, ni hablar.
Mi amiga y mi novia, seguían en el limbo. Nada parecía perturbarlas, hasta que caí con la noticia que me volvía a mi pueblito.
Ese día me quedé sin novia y sin amiga. Pero aprendí una cosa. “Cuando buscamos un sueño, puede que no se dé. Pero el sabor de haberlo intentado todo por obtenerlo, te deja la satisfacción de haber aprendido algo que no está en ningún libro”. Y como decían los Mayas, la verdadera ciudad dorada reside en el conocimiento de cada hombre.
Créanme cuando les digo que ese día me di cuenta que era rico.

1 comentario:

Fede dijo...

Vengo haciendo unas lecturas medio salteadas, pero los textos estan muy buenos!

Saludos y suerte.